El mantenimiento deficiente de las instalaciones energéticas puede provocar averías frecuentes, disminución de la eficiencia y altos costos de reparación y operación.
Falta de mantenimiento preventivo que lleva a fallos inesperados.
Componentes desgastados y sistemas mal ajustados que no operan a su máxima capacidad.
Reparaciones inesperadas que son más costosas que el mantenimiento regular.